ASIGNATURA: CIENCIAS SOCIALES PROFESOR (A) ALEXSANDRA CARREÑO GRADO NOVENO CORREO PARA
RECEPCIÓN DE TRABAJOS: yuyacarreno@gmail.com Watsapp 3006863353 BLOG PERSONAL: __________________________________ PLATAFORMA
UTILIZADA: TEAMS |
CLASES
PROGRAMADAS VIA TEAMS
CIENCIAS
SOCIALES NOVENO
CURSO |
FECHA |
HORA |
901 |
Todos los martes de Octubre y Noviembre
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7am |
902 |
Todos los jueves de Octubre y Noviembre
|
8:30am |
903 |
Todos los lunes de Octubre y Noviembre |
8:30am |
904 |
Todos los miércoles de Octubre y
Noviembre |
7am |
905 |
Todos los martes de Octubre y Noviembre
|
8:30am |
CIENCIAS SOCIALES IV Periodo
Temáticas
generales |
Logros |
Conceptos |
Colombia, historia de la violencia El surgimiento del Estado de Israel El nuevo orden económico mundial Colombia, historia de la Paz |
Estudiar el papel del hombre en la creación de
cultura para definir su compromiso frente a la conservación de saberes
propios de su comunidad y en la formación de cultura e identidad cultural. |
Paz Noviolencia Violencia Estado Cultura Intifada Nuevo orden mundial |
Fecha de Entrega: 15 de Noviembre 2020
ACTIVIDAD
1. (20
minutos de lectura) Lea atentamente el texto, en él, el autor hace un resumen
muy claro sobre la “Historia de la violencia en Colombia”. Va a encontrar un
texto que resume entre sus líneas la historia detallada en cada una de las
etapas de este país.
2. Con
la información que encuentra en la lectura sugerida, elabore una línea de
tiempo de “la historia de la violencia Nacional”
3. Consulte
el significado de las palabras que encuentra subrayadas dentro del texto
4. Consulte
brevemente que fue la Guerra de los Mil días.
5. Consulte
qué fue el Frente Nacional
6. Consulte
qué es una Guerra civil
7. Consulte la biografía de Guadalupe Salcedo
8. Qué
es un golpe de estado
9. Qué
diferencia hay entre Tregua y Alianza
10. Qué
fue la época del terrorismo
11. Consulte
qué fue La guerra del Opio
12. Qué
es el Plan Colombia
13. Haga
la lista de los presidentes que ha tenido Colombia con su respectivo año de
gobierno
14. Elabore
un dibujo que represente la violencia en Colombia
15. Escoja
un periodo de la historia nacional expuesta en el texto, que NO sean el
descubrimiento, la conquista, la colonia, la independencia y labore un escrito propio,
personal, de mínimo una (1) hoja sobre su punto de vista frente a la violencia
vivida en esa época que usted escogió, concluya su escrito con una alternativa
suya para frenar la violencia.
VIOLENCIA EN COLOMBIA UNA HISTORIA PARA REFLEXIONAR
Tomado de https://www.gestiopolis.com/violencia-colombia-historia-para-reflexionar/
Nicolás Augusto Zea Posada
«La verdad es la acción de
eliminar engaños» (Erich Fromm) En Colombia, la situación es tan grave, que la
realidad supera cualquier ficción. Llegar hasta este punto no ha sido gratuito,
ni caprichoso. Se gestaron una cantidad de circunstancias, en las que las
causas y los efectos se han mezclado como un remolino sin fin.
Desde la conquista de América
se han vivido varias épocas de violencia. La conquista misma ha sido una de
ellas, seguida por la Inquisición, las rebeliones de esclavos y la lucha por la
Independencia.
Esta continuó en los tiempos
de la República con “La guerra de los mil días” y luego con la denominada
“Época de la violencia”, desatada en 1.948 tras el asesinato del candidato
presidencial Jorge Eliécer Gaitán, la cual se suponía, acabo en el “Frente
Nacional” en 1.958.
Durante esta época, la guerra
fue particularmente cruel y sangrienta. Fue una guerra civil, en la que se
enfrentaron los partidos políticos oficialistas Liberal y Conservador; los
primeros, partidarios del candidato presidencial asesinado y los últimos,
miembros del partido gobernante.
Esta confrontación se caracterizó
por la realización de masacres, emboscadas, linchamientos y asesinatos
selectivos.
No hubo familia en la que no
se hablara de como alguno de sus miembros, vecinos o conocidos fuera asesinado,
descuartizado, mutilado o despellejado estando vivo.
Como es de suponerse, el
rencor y el odio engendrados con estos actos, no fueron borrados por los
acuerdos de paz.
Nunca hubo un juicio por crímenes
de guerra.
Muchos de los líderes de
estas operaciones de exterminio se convirtieron en los pilares de una nueva
sociedad, pues también se apropiaron de los bienes de sus víctimas, creándose
una nueva oligarquía de posguerra, principalmente en los pueblos y
provincias donde se constituyeron como los nuevos terratenientes, mientras
otros asumieron cargos como alcaldes, gobernadores, jueces, notarios, etc.
Lo que hizo el “Frente
Nacional” entre 1.958 y 1.974 fue alternar el poder cada cuatro años
entre los dos partidos políticos oficialistas, quedando la democracia reducida
a la elección directa del presidente entre una baraja de candidatos del mismo
partido en turno.
A los gobernadores los
nombraba el presidente y estos a su vez nombraban a los alcaldes, estos a los
jueces, notarios, etc.
Colombia fue un país, donde
el genocidio, no solo, no se castigó, si no que se
premió.
Estas injusticias hicieron
que un sector de los alzados en armas del partido liberal no formaran parte de
los acuerdos de paz, convirtiéndose en una tercera fuerza disidente liderada
por Guadalupe Salcedo, quien después de muchas negociaciones y promesas, aceptó
desarmarse junto a sus treinta mil hombres, para luego ser asesinado en la
capital con sus compañeros más cercanos, en un acto del que se culpó a la
alianza Liberal-Conservadora montada en el gobierno.
Por ese entonces surgió un
pequeño grupo de campesinos que se unieron para luchar por la recuperación de
sus tierras, una reforma agraria, la defensa y el reconocimiento de sus
derechos y el desarrollo del campo, constituyéndose como unas autodefensas
campesinas, lideradas desde ese entonces por el hoy guerrillero más antiguo del
planeta: “Tirofijo”.
Su vacío ideológico fue
fácilmente llenado a través de un largo proceso por las ideas Comunistas,
aportadas por intelectuales, estudiantes y sindicalistas, convirtiéndose en lo
que hoy son las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”
(FARC)».
Estas
circunstancias se dieron a la sombra de “La guerra fría”, en
la que los sucesivos gobiernos y el ejército han co-gobernado a través de la
figura del “Estado de Sitio”, hoy llamada “Conmoción
Interior” (con algunas limitaciones desde la constitución de 1.991),
alejando la posibilidad de un Golpe de Estado, aun en los momentos más
críticos, al compartir el poder soterradamente, adjudicando el monopolio de la
administración de justicia en el orden público al fuero militar, la que se
fortaleció al amparo del proteccionismo del gobierno de los Estados Unidos,
dentro de su doctrina Anticomunista, estimulada entre otras por la “Escuela de
las Américas”. Las injusticias sociales y la
falta de una verdadera democracia representativa, permitió que surgiesen nuevos
y diferentes movimientos políticos clandestinos y otros grupos guerrilleros,
quienes alentados por el triunfo de la revolución Cubana, vieron como única
alternativa de éxito, la insurrección armada.
Los grupos guerrilleros no
fueron ajenos a los enfrentamientos coyunturales que se dieron en el ámbito
mundial, convirtiéndose en fieles reflejos de estos.
El Ejército
Popular de Liberación (EPL) contó con el
respaldo de China, El Ejercito de Liberación Nacional (ELN)
con el de Cuba, Las FARC con el de la Unión
Soviética, etc.
Enfrentándose a veces entre
ellos mismos, con algunos periodos de tregua y otros de alianzas, al mismo
tiempo que se enfrentaban contra el gobierno y sus fuerzas militares.
A pesar de que la lucha por
el respeto a los derechos humanos ha sido una de sus banderas más preciadas
dentro de la llamada “Moral Revolucionaria”, se cometieron muchas acciones
denominadas “ajusticiamientos” de sus desertores, de los
informantes (muchas veces supuestos, por delirios de guerra o por purgas
políticas internas, etc.) así como también de los agentes del orden público,
responsables de causar la muerte o captura de sus compañeros de lucha.
Por su parte, algunos
miembros de la fuerza pública recurrieron a la tortura, la violación, el
homicidio y la desaparición de algunos elementos capturados, algunos
espontáneamente y otros participando de las políticas anticomunistas nacionales
y continentales, llegando a formar parte entre otros del “Plan Cóndor”,
etc.
Recibiendo el auxilio de
militares y torturadores Argentinos y Chilenos dentro del territorio nacional,
contribuyéndose a la corrupción de la lucha contrainsurgente.
Todo esto
ayudó a generar entre los bandos en conflicto un mutuo desgaste en la “moral”
de la guerra, potenciándose la rebeldía y la crueldad de las acciones,
desatando una guerra sucia, la cual ha llegado hasta los niveles hoy vistos.
Durante
el gobierno del presidente Belisario Betancourt se inició un proceso de paz con
las FARC, del cual surgió el movimiento político “Unión Patriótica” (U.P.) como
un intento de desmovilización de la guerrilla para la participación en los
procesos electorales, reclutando nuevos militantes y simpatizantes, muchos de los
cuales no eran guerrilleros y quienes a pesar de la ruptura de las
negociaciones intentaron convertirse en una opción política diferente, siendo
asesinados casi en su totalidad por algunos miembros de los organismos de
seguridad, por grupos de sicarios al servicio del narcotraficante Gonzalo
Rodríguez Gacha y de los jefes paramilitares Fidel y Carlos Castaño, enterrando
físicamente a este Partido.
En Colombia, a pesar de los
nexos de los guerrilleros con algunos grupos terroristas internacionales, el uso
del terrorismo estuvo descartado hasta que fue estrenado en los años 80’s por
algunas acciones aisladas del M-19, el cual fue
predominantemente un grupo de guerrilla urbana con una gran influencia
“Tupamará” y “Montonera”, fundado por Jaime Bateman Cayón y conformado por
algunos disidentes de los otros grupos y de algunos ex-integrantes de la ANAPO,
un partido político divergente de los tradicionales, fundado por el ex-dictador
militar Gustavo Rojas Pinilla, quien gobernó durante parte de la “época de la
violencia” siendo muy apreciado por el pueblo, y quien fuera derrotado en una
segura victoria electoral por un probable fraude al final del “Frente
Nacional”.
El M-19 se caracterizó por
tener una estructura más democrática que las demás organizaciones guerrilleras,
con un perfil más nacionalista y populista, con una gran audacia en su
accionar. Usó por primera vez los “carros bomba” contra objetivos
infraestructurales durante los procesos electorales y en algunos casos recurrió
al atentado directo contra algunos funcionarios del gobierno.
Por los
duros golpes sufridos en las ciudades, se convirtió en una guerrilla
predominantemente rural y después de un proceso de paz consolidado durante el
gobierno de Virgilio Barco, se convirtió en el partido político “Alianza
Democrática” siendo un elemento muy determinante en la redacción de la nueva
Constitución Política de 1.991.
Perdió la posibilidad de
ganar las elecciones presidenciales de 1.990 al ser asesinado su candidato
presidencial Carlos Pizarro, su último comandante, quien según las encuestas
era el seguro ganador.
Carlos Castaño, comandante de las anticomunistas “Autodefensas
Unidas de Colombia” (AUC), asumió su responsabilidad
por el asesinato de Pizarro años más tarde.
Otros candidatos
presidenciales asesinados en Colombia fueron Luis
Carlos Galán (Liberal) y Jaime Pardo Leal (de
la Unión Patriótica), supuestamente por orden de Pablo Escobar y Gonzalo
Rodríguez Gacha, respectivamente;
Álvaro Gómez Hurtado (Conservador), supuestamente por un convenio entre algunos
miembros del Ejército, del Gobierno y de algunos Narcotraficantes; Bernardo
Jaramillo (de la UP), supuestamente por orden de Fidel Castaño.
Durante esta época, el
terrorismo fue literalmente explotado hasta su máxima expresión por Pablo
Escobar, quien gracias a él obtuvo algunas victorias contra el Estado,
mostrándole con ello un nuevo camino a los grupos insurgentes, quienes hoy
hacen uso de él, como una de sus principales estrategias de guerra.
La relación
guerrilla-narcotráfico también tuvo un largo proceso de gestación.
Los primeros narcotraficantes
Colombianos de importancia fueron los Guajiros, quienes se destacaron por su
infraestructura marítima en la importación de mercancías de contrabando, a la
que luego le sumaron la exportación de marihuana, con la cual obtuvieron un
enorme poder económico, sentando las bases de una de las técnicas de lavado de
activos más efectivas aun hoy muy utilizada.
Mientras tanto, Colombia, se
convirtió en un punto de tránsito para el flujo de la cocaína entre Bolivia y
los Estados Unidos, a la que se le adhirieron nuevos traficantes Colombianos,
quienes pronto se convirtieron en los líderes de nuevos “Carteles”
más poderosos, disputándole la supremacía a los guajiros, aun en los
territorios por ellos controlados, tales como Cartagena, Barranquilla y Santa
Marta; llegando incluso a desplazarlos fuera de ellos con algunas excepciones.
Estos narcotraficantes
inicialmente se dedicaron a establecer pistas clandestinas en los lugares más
remotos posibles, donde inicialmente recargaban de combustible a los aviones en
tránsito.
En la misma medida en que fue
creciendo el negocio, establecieron laboratorios para procesar la pasta de coca
en cocaína y así poder tener un mejor control en su calidad y en su
homogeneidad, convirtiéndolos luego en centros de acopio, una vez que
implementaron el cultivo de la materia prima. Con esto se abrió “la caja de
Pandora”, pasando Colombia de ser un puente, a un procesador y luego a un país
productor de Cocaína y años más tarde, de heroína.
La gran mayoría de campesinos
Colombianos, no han tenido tierra, ni acceso a los centros de salud, ni de
educación, ni de transporte para sus insumos y productos. Durante décadas, los
que no trabajan en tierra ajena como jornaleros en condiciones verdaderamente
miserables, se internan en las selvas como colonos estableciendo “Chagras”.
Para ellos fue muy fácil
sembrar algo que no conocían y aun sabiéndolo, tampoco tenían más alternativa,
pues los narcotraficantes les llevaban hasta la puerta de sus ranchos los
insumos necesarios y así mismo recogían sus cosechas, las cuales les generaban
más ingresos que los cultivos tradicionales, a pesar de ser infamemente
explotados, al percibir una ganancia irrisoria en relación con las generadas
por el tráfico de sus derivados.
Al igual que las “mulas”
(personas que se prestan para transportar narcóticos en sus cuerpos o en sus
equipajes) se les ha perseguido y castigado con penas que triplican la mayoría
de las que han recibido los grandes “capos”, quienes no solamente han percibido
millones de dólares por su negocio, sino que además han sido los autores
intelectuales y materiales del homicidio de miles de personas, los cuales han
quedado en su gran mayoría en la impunidad.
Como la prioridad para la
guerrilla era la defensa y el desarrollo del campesinado, no actuó contra los
narcotraficantes, al considerar que estos estaban beneficiando de alguna manera
a los campesinos.
Para esa época, los
narcotraficantes que enviaban sus aviones cargados con Cocaína y los regresaban
vacíos, descubrieron que el negocio seria el doble si los traían cargados con
armas, le vendían estas a la guerrilla o con ellas les pagaban por su
protección.
Ante estas circunstancias,
surgió en algunos sectores de la izquierda Colombiana, la idea de que el
narcotráfico podría ser una fenomenal arma “anti-imperialista”, capaz de
enfrentar al arrogante poderío Norteamericano, con un equivalente, a la
inversa, de la “Guerra del Opio”, cumpliendo con los axiomas
de que “el enemigo de su enemigo podía ser su amigo” y de que “el fin justifica
los medios”.
Nunca se les ocurrió pensar
que esta sería la mejor puerta de entrada para el intervensionismo
internacional, con justificadas razones y con las actuales consecuencias.
Los narcotraficantes eran muy
ostentosos y pronto se convirtieron en las nuevas víctimas de la extorsión y
del secuestro por parte de la delincuencia común y por algunos sectores
de los grupos guerrilleros, quienes no tenían un criterio unificado respecto a
estos, llamando también la atención de las fuerzas policiales de los países
involucrados, por lo que pronto estuvieron acosados en medio de varios fuegos.
Con el
poder económico adquirido se podían dar el lujo de comprar el amparo de algunos
políticos y agentes del orden, el de algunas células de los grupos subversivos
o el de ambos al mismo tiempo, corrompiendo desde ese entonces las bases mismas
del Estado como las de la revolución.
Con el crecimiento de los
conflictos y el poder de los narcotraficantes, muchos de los cuales eran o
terminaron siendo anticomunistas, prefirieron crear sus propios ejércitos
particulares de guardaespaldas, quienes en la mayoría de los casos tuvieron muy
buenas relaciones con algunos cuerpos policíacos y militares, operando
conjuntamente en algunas acciones anti-extorsión y anti-secuestro, donde los
organismos policiales hacían el trabajo investigativo y los pistoleros actuaban
como verdugos.
Entre estos grupos se destacó
el “MAS” (Muerte A Secuestradores), surgido a partir del secuestro de Marta
Nieves Ochoa por parte del M-19, la cual fue liberada después de mucha presión,
tras la muerte de por lo menos unas trescientas personas y una negociación en
la que intermedió hasta el gobierno Cubano.
Este grupo siguió actuando un
tiempo después, aniquilando a todo lo que les pareciera “rojo”, sin importar si
realmente tenían una vinculación guerrillera o no, para luego desaparecer sin
que se haya procesado a nadie por estos hechos.
Con este tipo de campañas,
sus patrocinadores se granjearon la simpatía de algunos sectores del
“Establecimiento” nacional y foráneo, creyendo que con esto comprarían
la benevolencia de la justicia Colombiana y Norteamericana en el caso de que
algún día fuesen procesados.
Antes del narcotráfico, la
guerrilla usaba otros recursos de financiamiento suficientemente efectivos,
entre los que se contaron donaciones voluntarias, asaltos bancarios y
comerciales, la extorsión y el secuestro.
Con este último llegaron a
tener tan alto grado de rentabilidad, que hicieron de él una industria,
olvidando que esa es una de las formas más infames de violación de los derechos
humanos.
Al interior de sus filas se
justificaban con el argumento de que si el sistema tiene cárceles para sus
compañeros, ellos tienen “cárceles del pueblo” para los oligarcas, de las que
podrían salir pagando una “multa” por su libertad.
El dinero obtenido se
invertiría en la revolución, en el sostenimiento de sus combatientes, la
adquisición de pertrechos y la financiación de nuevos operativos.
Ante el exagerado incremento
de los secuestros, la forma inhumana en que han tenido a los secuestrados, el
asesinato de muchos de estos, aun a pesar de haber recibido el pago por su
liberación, hizo que se conformaran nuevos grupos de autodefensas, encontrando
la justificación para constituirse en verdaderos ejércitos como lo son ahora
las “Autodefensas Unidas de Colombia” (AUC), conocidos como los
“paramilitares”, con miles de hombres entre sus filas, entrenados por algunos
militares Colombianos y mercenarios Israelíes, Británicos, Norteamericanos e incluso
Rusos; siendo apoyados por algunos miembros de los batallones del ejército y
alimentando sus filas con soldados y oficiales retirados, como también con
ex-guerrilleros, delincuentes comunes, etc.
Creciendo a tal punto, que se
convirtieron en una nueva fuerza desestabilizadora del Estado, pues no
solamente se dedicaron a combatir a la guerrilla en su propio terreno, sino que
además, adoptaron las masacres de trabajadores, indígenas y campesinos, como un
arma de disuasión política, utilizando a los medios de comunicación para
difundirlo espectacularmente, como parte de la “guerra psicológica”,
suicidándose moralmente como alternativa para enfrentar los excesos de la
guerrilla.
Muchos integrantes de estos
grupos han llegado a cometer los mismos abusos que buscaban combatir en la
guerrilla, como son el narcotráfico, la extorsión y el secuestro, además de
dedicarse a la realización de homicidios selectivos de periodistas, candidatos
presidenciales, activistas de los derechos humanos, políticos, religiosos, etc.
Llegando a producir una
capacidad de desestabilización tan grave como la guerrilla misma, en una
tercera parte del tiempo de su existencia y lo que es peor, se han convertido
en un verdadero obstáculo para una salida negociada al conflicto, incrementando
la intensidad y el salvajismo de este.
Todas estas circunstancias
han hecho que en Colombia se pierda el derecho a ser comunista, socialista,
liberal, conservador, o de cualquier otra ideología, pues se corre el riesgo de
ser automáticamente señalado de subversivo o paramilitar; olvidándose que una
cosa es la expresión democrática de las ideas en un Estado de Derecho y otra es
el promover el uso de la violencia, para imponer a estas.
Defender los principios
políticos, promover la paz o la protección de los derechos humanos, puede
significar la muerte.
Prácticamente todos los
derechos contemplados en la carta de las Naciones Unidas han sido violados,
siendo por demás aberrante el reclutamiento de hombres, mujeres y niños por
parte de los grupos armados, bajo la amenaza de muerte.
Práctica muy común en las
zonas rurales donde es más fuerte su presencia y en donde se exige a cada hogar
el aporte de uno o más de sus hijos para la guerra, convirtiendo estas áreas en
sus “Estados”, donde si no se está con ellos es como estar en contra de ellos.
A esto se debe en gran parte
su velocidad de crecimiento y el soporte logístico por parte de la población,
quienes si no colaboran por convicción, resentimiento u oportunismo, lo hacen
por la protección de sus familiares, siendo esta otra forma de secuestro.
No olvidemos además que en
Colombia el servicio militar es obligatorio. Si esta es una práctica legal del
Estado, es de esperarse que también lo considere así su enemigo.
Por esta razón no es
moralmente “festejable” el éxito en las operaciones de los aviones fantasmas
que con visores nocturnos e infrarrojos, con tecnología usada en la invasión de
Irak, matan de un solo bombazo a decenas de guerrilleros, como muy
espectacularmente lo han exhibido en los noticieros, como si las bombas
pudieran diferenciar entre quienes están obligados a combatir o no, entre
quienes creen en sus ideales o son manipulados etc.
Lo más grave de estos
bombardeos es que con ellos también se impacta a campesinos e indígenas, sin
contar además con la destrucción continuada de la biodiversidad.
Esto es tan deleznable como
los atentados terroristas de la guerrilla y los paramilitares, quienes llegan a
extremos tan infames, como el de masacrar a combatientes, policías, militares y
civiles en estado de indefensión, rematando muchas veces a los heridos,
asesinando a los capturados o secuestrándolos para confinarlos en campos de
concentración establecidos en la selva.
Ante estas circunstancias, es
muy preocupante el que se haya prohibido a la prensa cubrir las áreas de
confrontación sin autorización expresa de la Presidencia de la República y de
sus Altos Mandos Militares, pues, desde cualquier punto de vista que se mire,
el pueblo es el que más muertos está poniendo y la verdad ha sido la primer
víctima en ser sacrificada.
Otro factor que ha permitido
el exagerado incremento en la “criminalización” de la sociedad, es la
implacable persecución a las personas que cumplen funciones que, por su misma
naturaleza, son consideradas como baluartes de la moral y la salud pública,
como son los abogados, los médicos, los agentes del orden público y de
justicia, los socorristas, los periodistas, los sacerdotes y las religiosas de
las diferentes comunidades, quienes ejercen su oficio en los terrenos más
golpeados por los intereses del conflicto, convirtiéndose en verdaderos
mártires de sus causas, salvo algunas excepciones en los que se han lucrado de
alguna forma de este, han hecho apología de él, o han sido sus más
fieles representantes.
Como si no fuera suficiente
con todas estas desgracias, nuestras relaciones en el plano internacional se
han envilecido, principalmente en nuestra relación con los Estados Unidos, que
sólo nos ven a través de la óptica de la guerra contra el “narcoterrorismo”.
Por un lado, se han confundido
los intereses de algunos ciudadanos, de algunos empresarios, de algunas
instituciones, de algunas ONG’s y de algunos grupos ecologistas y religiosos,
etc. Con una “infiltración imperialista” de las políticas del Departamento de
Estado o como aliados de la subversión.
En muchas ocasiones
seguramente habrá sido así, gracias a la ineptitud del mismo Estado o al
servilismo de algunos de sus funcionarios, quienes, en su afán de lucrarse, han
favorecido estos intereses en detrimento de la nación.
Peor aún, ha sido el que
algunos agentes de los organismos de seguridad han exagerado, maquillado o
hasta inventado casos, con el fin de promoverse en sus cargos, lograr
recompensas, bonificaciones o un reconocimiento público por sus acciones.
Otros incluso han llegado a
crear sus propias organizaciones de narcotráfico, secuestro y sicariato o,
se han asociado con estas, aprovechando su capacidad investigativa para conocer
los recursos de sus víctimas o han tomado fondos de programas financiados
internacionalmente como “El plan Colombia”, etc.
Para su propio beneficio e,
incluso, hay quienes realizan operativos exclusivamente para lucrarse con los
decomisos, la venta de estos o su devolución a cambio de una remuneración.
Dándole un gran desprestigio
a las instituciones y generando confusión y desconfianza entre la misma
población, “justificando moralmente” para algunos su participación en alguna de
las formas del delito, por lo cual este ha terminado siendo otra forma de
“Subversión Social y Económica”.
Por el otro lado, está la
percepción por parte del gobierno de los Estados Unidos de que las luchas
internas que se han generado contra las diferentes formas de injusticia social
se pueden convertir en factores de riesgo para su propia seguridad nacional, lo
cual no necesariamente es así.
Sin embargo en esto hay un
alto grado de responsabilidad de los mismos grupos al margen de la ley, quienes
con sus acciones han golpeado a intereses, a instituciones y a ciudadanos
norteamericanos como también de otros países, provocado desconfianza y
posiciones defensivas, limitando la posibilidad de rectificación de muchas
políticas que han quedado obsoletas desde el fin de la guerra fría y que hoy se
han radicalizado con los atentados del 11 de septiembre.
No se puede descartar que en
el interior de la fuerza pública, los grupos armados, asesores y
proveedores de armas, etc. haya elementos con intereses creados a favor de
situaciones que promuevan el armamentismo, el intervensionismo y el terrorismo.
Como consecuencia de esto,
también se ha causado una gran pérdida de turistas e inversionistas
internacionales, además de dársenos un trato discriminatorio y a veces
aberrante, en nuestros viajes por el exterior, en la forma de presentar las
noticias, etc.
Hoy, al igual que hace
cincuenta años, no hay familia en la que no se hable de cómo uno de sus
miembros o conocidos ha sido asesinado, masacrado, torturado, descuartizado o
desaparecido.
Hoy también como antes, sus
bienes han sido arrebatados por la guerrilla, los paramilitares, algunos agentes
del Estado o los delincuentes comunes amparados en el terror que genera el
conflicto.
Es incalculable la cantidad
de empresas y negocios que han sido cerrados, la cantidad de empresarios,
inversionistas y capitales que han abandonado el país, haciendo que hoy
Colombia tenga aproximadamente el diez por ciento de su población viviendo
fuera del país; que casi tres millones de personas sean desplazadas dentro del
propio territorio nacional como consecuencia directa de la violencia; *que
veinticinco millones de personas, vivan con menos de dos dólares al día;
Que once millones vivan con
menos de un dólar al día; que tres millones no tengan empleo; que siete
millones estén subempleadas; que dos millones y medio de niños están
trabajando; que un millón de campesinos no tenga tierra; que el 1,1 por ciento
de los propietarios posea el 55 por ciento de la tierra en el país;
Que la gente de altos
ingresos gane 26,3 veces lo que ganan quienes devengan el salario mínimo o
menos; que el 75 por ciento de todo el crédito comercial está prestado a 2 mil
empresas o personas naturales, a pesar de que existen más de un millón de
negocios informales, 12 mil fábricas formales, y 208.659 establecimientos
comerciales; que los ingresos saláriales se han reducido en una quinta parte en
los dos últimos años (*El Tiempo, Octubre 27 del 2002, “Colombia, un Estado
lamentable”).
Aunque parezca increíble, el
número de combatientes armados, no supera a más de 30.000 guerrilleros y unos
10.000 paramilitares.
Todo esto en un País con cuarenta
y dos millones de habitantes; con un territorio dos veces más grande que España
o Francia; con una geografía que varía desde el desierto, hasta los picos y
volcanes cubiertos con nieves perpetuas, pasando por todos los climas, con
montañas, selvas y llanuras; un país con costas en los océanos Atlántico y
Pacifico;
Autosuficiente en recursos
hidroeléctricos y petroleros; con una cantidad de recursos naturales y humanos
que podrían garantizar un desarrollo social y económico sostenible.
Independientemente de que en
el mundo seamos tratados como parias; de que ya prácticamente no existe país
donde no se nos exija visa con una infinidad de requisitos y de que a pesar de
estos, también se nos discrimine por nuestro origen, con lo cual además se ha
“elitizado” la posibilidad de la migración y el refugio en contra-vía de los
derechos contemplados en la carta de las Naciones Unidas;
Independientemente de que el
país tenga hombres y mujeres que se destacan en el ámbito mundial, como el Dr.
Rodolfo Llinás, miembro de la Academia de las Ciencias de Francia y quien
preside el Neurolab de la NASA; independientemente de que cuente con escritores
como el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez o Álvaro Mutis; o que
tenga pintores tan famosos como Fernando Botero; o un campeón de Fórmula 1,
como Juan Pablo Montoya; o una periodista estrella en CNN, como Ángela Patricia
Janiot; o cantantes ganadores de los premios MTV, y los Grammys Latinos, como
lo son Shakira, Juanes, Carlos Vives, Kike Santander; Independientemente de que
tengamos Cineastas laureados como John Leguízamo, Jorge Ali Triana, Sergio
Cabrera, Patricia Cardoso, etc.
Independientemente de todo
esto, es necesario proteger los derechos de todas las personas, sin distinguir
su condición social, política, religiosa o de género; es necesario que los
niños se formen en una cultura diferente a la del genocidio;
Es necesario desarrollar una
cultura de la paz; es necesario que el Estado pueda garantizar el sano
desarrollo legal, comercial, tecnológico, político, cultural y religioso de
todos sus pobladores, sin discriminación y sin que las armas y la barbarie sean
su mecanismo de expresión;
Es necesario que se entienda
que no todo activista político o gremial, independientemente de su orientación,
es un promotor de la violencia; es necesario que el mundo entienda que la
situación de Colombia no es exclusivamente de nuestra responsabilidad absoluta;
es necesario que se entienda que tanto los países productores y consumidores de
drogas y armas forman parte de la misma cadena de problemas y soluciones;
Es necesario que todos
entendamos que en el mundo actual, no existen situaciones aisladas y que estas
puedan tener consecuencias globales en mayor o menor grado; es necesario que
entre todos desarrollemos la capacidad de producir soluciones a los problemas
surgidos en cualquier lugar del mundo, inclusive en Colombia, pues este es el
único mundo que tenemos y todos somos ciudadanos de él.
Así como los Estados
globalizan sus intereses, tienen que globalizar la búsqueda de soluciones de
forma democrática y respetuosa.
Existen muchas alternativas
para lograr esto, más allá que la exclusiva represión y “unilateridad” de sus
políticas. Los Colombianos, al igual que cualquier habitante del planeta, somos
mucho más que una estadística o un gran negocio para las agencias de noticias y
los proveedores de armas.
TALLER N° 1 (IV periodo)
1. Decore
en su cuaderno una hoja con el IV PERIODO, haga una decoración que refleje sus los
temas vistos y/o a ver en el área.
2. Dibuje
en su cuaderno el anterior cuadro que contiene la información de los temas a
trabajar durante el IV periodo académico
3. Busque
el significado de los conceptos del anterior cuadro y escríbalos en su cuaderno
4. Escoja
uno de los conceptos anteriores y elabore un escrito personal que deje ver su
punto de vista y/o sentir frente al concepto elegido, en una (1) hoja
5. Vea
el documental “No hubo tiempo para la tristeza”, del cual hablaremos en clase. https://youtube.be/das2Pipwp2w
Fecha máxima de entrega JUEVES 15 de Octubre
Hola profe lo que pasa es que yo no estoy en el grupo de whattsapp que tiene xonbek grupo ni tampoco estoy en TEAMS y quería saber por donde se envia esta tarea
ResponderBorrarSoy Paula Rodriguez 905
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